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martes, 30 de junio de 2009

Trastos.

Lo más raro del día de hoy es que yo haya pasado de tremendo orden a profundo desastre.
Si te cuento lo que esconde mi habitación te asustas... en serio; te lo juro, no te miento.

En el escritorio de madera de puedes encontrar:
Un boli azul. Un lápiz amarillo. Un cúter (naranja, por cierto). Dos orquillas. Mi móvil. El teléfono fijo. El flexo. Una bolsa de 'Pull and Bear'. Tikets. Una libreta. Un boli negro. Un tarro con más bolis. Una lupa. Un abanico. Un protector de muñecas. Un estuche. Otro tarro con más (parece que no se acaban) bolis. Un sacapuntas. Un reposa móviles. Clavos pequeñitos. Una taladradora de hojas. Un estuche con útiles de oficina. Un subrayador morado. Un subrayador verde. Una regla. Cuatro eddings (azul, verde, rojo y negro). Otra regla. Dos bolsas. El cuaderno pequeñito de Audrey. Un sobre amarillo. Un folleto de zapatos. Cleanex. Un estuche transparente. Una bolsa de Tiffany's and Co. Un catálogo de sujetadores. Un espejo de plata antiguo (y muy, muy chiquitito). El cargador del Ipod. Un paquete de rotuladores. Una carpeta naranja. Hojas, hojas y más hojas. Mis gafas de sol. La web cam. Postales de Italia. Dos peluches imantados. Un lazo rojo. Los altavoces. El ratón.

En el escritorio de cristal te puedes encontrar:
La caja blanca de mariquitas. La caja morada. Mis libros de Física y Matemáticas. Apuntes. Mi agenda. Un cuaderno. El libro de Lengua y Literatura. La calculadora. Mi estuche naranja. Cuadernos. Apuntes. Otro cuaderno chiquitito (verde fosforito). Sobres blancos. Fichas (sí, sí, de las de biblioteca). El libro de Biología y Geología. El libro de Filosofía. El cuaderno de física con el dibujo de Bleach. Un pantalón pirata verde. Una camiseta de tirantes gris. Una camiseta de tirantes blanca. Una camiseta de caracoles. Un pantalón de pijama de dibujos. Un sujetador negro. Una bolsa roja. Un cinturón de tachuelas. Folios blancos para la impresora (o para que yo imprima mis ideas sobre ellos). Folders.

Y si pasamos a las estanterías, te da algo:
La máscara de carnaval. Un angelito de madera. Un peluche de un principe blanco. Cajas y cajas de recuerdos. Un peluche de Speedy Gonzalez. Un peluche de cuando era muy pequeña. Fotos. Un elefantito verde de cristal. Una caja de cumpleaños. Un trofeo de ajedrez olvidado. Figuritas de plástico. Más fotos. Un calidescopio. Una mariposa para colgar del techo. Figuritas de cerámica. Un diploma. Un baso de cristal. Tazas de colección. Una vela con mi nombre de París. Un peluche chiquitito de un león. Mi (enorme) colección de mangas. Una figurita de cerámica de Snoopy. Micky Mouse. Piolín. Un pingüino cabezón. Un perrito con un corazón. Fotos. Más mangas. Una especie de caja/separador para las cosas importantes. Mi radio amarilla. Un osito vestido con el traje de la guardia real Inglesa. Minnie Mouse. Una muñeca que me regaló mi madre tratando de sustituir a Queca. Libros y separadores antiguos. Diccionarios. Libros de cursos. Carpetas. Ficheros (el azul y el de cerezas). Libros y más libros de cursos anteriores. Papeles. Carpetas. El disfraz de la despedida de soltero. Cajas con cables. Cajas de sandalias. Cajas del ordenador. Juegos de mesa. Mis tochos sobre moda. Revistas (muchas). Una bolsa blanca. Apuntes. Cuadernos. Un jostyc. Las cajas de las cámaras de fotos. Mi diploma. Una caja transparente. Cintas y VHS. Mis juegos de los Sims. CD's. Celo. Pegamento. Un porta velas. Mi pen drive. Un tipex. La grapadora. Grapas. Piruletas. Tarjetas de visita. Altavoces. Un cartel con las carreras y las notas. Libros. Fotos. Una cajita azul (pero no, no la de Tiffany's and Co., esa está en el armario). Mis libros. Un porta velas azul y verde enorme. El vestido de Givenchy llevado por Audrey Hepburn en Desayuno con Diamantes (en miniatura, por supuesto). Incienso. El encendedor naranja. Una figurita de una niña comiendo helado. Dos hunchas. Medicamentos. Gasas. Cremas. Un termómetro. Más medicamentos. Libros. Un marco de fotos. Mis cajas de metal. Un cepillo de pelo. Un par de colonias. Otro porta velas. Mi bolso. Unas gafas de sol amarillas. Mis gafas blancas grandes (de Diva). Un paquete de Dani de hace año y algo. Un neceser. Pintauñas (naranja, azul, rosa, blanco, negro, rojo...). Una libreta roja. Las cartas del tarot. Otro set de CD's. Mis gafas. Libros. La lámpara. Una muñeca.

Y por el suelo...
Las converse. Una falda blanca. Los shorts de "me vuelves loco". Una camiseta. El cargador del móvil. Un ordenador antiguo. Una calefacción eléctrica. Mi mochila. Peluches (y más peluches). La colcha. Las zapatillas de mi hermano. Unas sandalias blancas. Una caja roja. Las sandalias plateadas. Mi corazón.

Pero suena música que me pone de buen humor, me alegra las mañanas y me incita a cantar.
Si todo es un desastre, ¿por qué no estar felices?
No me importa.

Ahora, de todo lo que te he dicho, ¿qué es verdad?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es verdad que la música te pone de buen humor, te alegra y te incita a cantar.

Tendré que hacer yo una entrada sobre mi habitación... Sería descubrir un nuevo planeta, jaja

un beso !

Javier dijo...

Todo menos lo del corazón tirado en el suelo. No se merece estar ahí.

La Caperucita que se enamoró del lobo. dijo...

Si yo te contara lo que hay en la mía...

Un beso :*

Kurisu-chan dijo...

Y seguro que cada una de las cosas que tienes tiradas en tus escritorios, tus estanterías y tu suelo representan algo importante/especial/o un mero recuerdo para ti.

No me parece desorden, porque eres tú reflejada en tu cuarto.

Gracias por el cumplido, Mani. Es un honor recibir un halago de una escritora tan suprema como eres tú.