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sábado, 10 de enero de 2009

Corazón ¿de hielo?

Ayer pasó algo inusual el la ciudad de Madrid, nevó.
Sí, sí. Cayeron copos finos y blancos de nieve.

En el recreo salí a la calle (ventajas de una chica de bachillerato) y disfruté como una niña con esas bolas de nieve dispuestas a dar a mis amigas. Reí, bailé (y no, no patiné contra el suelo) y disfruté como una chiquilla. Hacía muchos años que no veía nevar en esta asquerosa ciudad.

A la salida, tres aventureras (y dos... apuestos no... simpáticos hombres) subimos hasta el instituto y preparamos un armamento para ganar.
Realmente me lo pasé muy bien pero volví a casa con la ropa empapada, un corazón de nieve y un horroroso catarro (después de haber perdido el mio).

¿Tuvisteis un fabuloso día de nieve?
_____________

Caminé junto a ti como una niña que se siente mal por haber recibido un castigo.Más que tener dieciseis años parecía que tenía seis. Me sentía un fracaso a tu lado, ¿qué chico de dieciocho años iba a querer estar al lado de una niña de dieciseis con seis de mente?
Miré mi reflejo en un cristal de la calle; tenía la nariz roja por el frío, una mochila enorme, una cintura como un bidón y una cara del estilo globo. Me ví horrible.

Corrí hasta llegar a tu paso, quedarse atrás con mi torpeza no sería bueno. Patiné y casi caí al suelo si no llegase a ser por tus brazos que cogieron mi cuerpo. El ver el frío asfalto a no más de dos centímetros de mi rostro me hizo callar hasta mi portal.

-¿Qué te pasa?-Preguntó.
-Nada.-Musité tratando que no me oyese.

Andamos en silencio hasta la esquina del cruce, veía las ventanas de mi piso iluminadas y el frió en mis rojas manos. Me adelanté para sacar las llaves y subir corriendo, antes de que me vieses llorar. En el portal, cuando ya me disponía a meter la llave y girar hacia la izquierda, apareciste con algo entre las manos, algo muy frío y frágil.

-Toma.-Dijiste cediéndome una bola de nieve.

La miré con curiosidad, me había pasado el día entre bolas y nieve.
Depronto ví qué era aquél montículo, era un corazón. Era un corazón por el cuál te habías quemado las manos por el frío.

-Es para ti.-
-...-
-Siempre te llevas contigo el mio pero nunca has tenido la prueba.-

Te miré, absorta. No entendía esas palabras y yo no podía articular ni siquiera un sonido.
Tirité, muerta de... ¿miedo? ¿frío? No lo sé.
Alzé la mirada a tus ojos y en él contemplé el miedo al rechazo y el miedo a perderme.

-Quieres ser dulce, pero no puedes. Quieres ser cariñosa, pero no puedes. Quieres ser alegre, pero no puedes. Quieres estar completamente enamorada de mi, pero no puedes.-Dijiste sin reproches.-Eres un corazón de hielo que se funde poco a poco.-

Comencé a llorar, a sentirme mal.
Era una estúpida. Él me conocía mejor que nadie, no podía mentirle.
Acerqué una de mis manos calientes a su rostro, frío como el hielo.

-Guardalo siempre.-Dijiste antes de besarme, y yo, como una tonta, caí en tus brazos.

1 comentario:

Jackie Brightblade dijo...

Nadie sabe que hay bajo el hielo hasta que éste no se funde.

El hielo, la escarcha, no son más que una máscara superficial, sólo son un escudo.