Próxima parada...

Salió de su casa con un paso tranquilo, llevaba tiempo arreglada y ya no podía esperar más para salir. Le había costado mucho decidirse, se había probado todo su armario y se había peinado mil veces. Tonterías de mujeres. Al final, había optado por unos vaqueros cortos y una camiseta algo ajustada, el pelo semi-recogido y su maquillaje era mucho más suave de lo normal. Estaba muy guapa.
Entusiasmada, continuó andando hasta el metro más próximo a su casa, Sainz de Baranda.
…

…
“Próxima parada: Callao
Correspondencia con: Línea 3”

Se bajó entre barullos de gente y subió por las escaleras. Nada más llegar arriba algo la cegó, hacía un sol espléndido aquél día. Sonrió, cuanto se alegraba de que no lloviese… Miró expectante hacia todos sitios, pero era obvio que Él todavía no había llegado, eran todavía las cuatro y media…
Nerviosa, se sentó en la barra de la plaza a esperar.
Sacó su libro del bolso y entretenida se puso a leer. Aquél libro trataba sobre fantasías y cuentos; hadas, princesas, héroes y castillos. Su imaginación volaba por aquél cielo azul de Madrid, eso era lo que ella quería vivir, un cuento de hadas; princesa y príncipe azul…

-¿Ge… Gema?-

La muchacha alzó el rostro, era demasiado pronto pero…

-Ah… Hola Jesús…-
No era lo que esperaba, eso estaba claro y el chico, se entristeció al ver que ella no mostró interés en el encuentro.
-¿Cómo estás? ¿Qué haces por aquí?- Preguntó mientras le daba dos besos a los cuales Gema correspondió.-Esperaba a alguien… ¿y tú?-
-Venía a hacer unas compras… Jeje. ¿Una cita?-
Gema se sonrojó y bajó la vista.
-Me parece bien, llevas tiempo sin salir…- Miró el reloj. Las cinco y cuarto…-Esto… me voy a hacer las compras… Que sino, no me dará tiempo; además tu chico llegará pronto.-
Se despidió y la muchacha se volvió a quedar sola. Cerró el libro y lo guardó de nuevo; tenía un mal presentimiento.
…

…
-¿Dónde estás?-

Nadie contestó a esa pregunta. Habían dado las siete y ella como una tonta estaba en la plaza de Callao esperado a Javier. La había plantado.
Se dejó caer y se abrazó las piernas; posó su mejilla sobre la rodilla derecha y comenzó a sollozar, ¿por qué…? Sabía que no era perfecta pero… creía que él sentía algo por ella…
Unas bolsas cayeron delante de ella, extrepitadamente.
Alguien la abrazó, intentando protegerla de todos los males; sobre todo, del dolor.

-Gema… por favor… no llores…-
-Je… Jesús… Ve… Vete.-
-¿Tú estas loca? ¡No! Hasta que no estés bien y nos vallamos juntos.-

Gema se incorporó y correspondió a su abrazo, llorando en su hombro.
Jesús le acarició el pelo y la espalda, tratando de consolarla. Conocía desde hacía mucho tiempo a Gema, eran buenos amigos y la quería mucho; era buena chica y no se merecía aquello… Todo le salía mal a la pobre muchacha y en verdad, era un auténtico ángel.

-Será… ¡No te merece! Es un auténtico cabronazo…-
…
…
Jesús acompañó a Gema, cabizbaja, hasta su casa. Y una vez que entró en el piso, él se marchó. Sabía que ella necesitaba estar sola, pero a la vez, tenerle muy cerca; no aprovecharía aquella situación, simplemente, consolaría a su mejor amiga.
No dejaría que llorase más, y mucho menos, por el estúpido de Javier.
Gema cayó al suelo de forma brusca, estaba mareada, desorientada. Lloraba con fuerza y algo le oprimía el pecho. Alcanzó una foto y la acarició con suavidad… La añoranza del ayer se delataba en sus ojos, aquellos ojos en los que la inocencia que tuvieron un día había sido borrada por las lágrimas... El dolor le había convertido en una persona sin alma. De nuevo, había jugado con ella, como una marioneta.